La peor caída económica de la historia

Desde que comenzó la circulación del coronavirus en el país, la enfermedad alcanzó a 7805 infectados y 363 víctimas. Es claro que la implementación del aislamiento fue estrictamente necesaria y que el “debate” entre la salud y la economía estuvo saldado por los resultados sanitarios. Sin embargo, desde el 20 de marzo que ya nada se da como se conocía y el mayor reflejo se ve en el desarrollo de las PyMES y el empleo. A la inestabilidad económica, fruto de tres de recesión provocados por el gobierno anterior, se suma el avance de la enfermedad como principal condicionante para saber qué puede suceder mañana. Depender de la evolución del virus hace que el futuro sea más incierto que nunca. Por eso, a casi dos meses del ASPO, es necesario contar con una radiografía de la coronacrisis que baje a tierra esta vorágine de nunca acabar y de cuenta del estado de situación.

De acuerdo al informe presentado en la Rosada por el Ministerio de Desarrollo Productivo, en abril las consecuencias económicas fueron encabezadas por el sector Automotriz, con una baja interanual del 100% en la producción de vehículos. Desde la Asociación de Concesionarios de Automotores calificaron al mes como “el peor desde su historia” y anticiparon un año “dramático” por el efecto arrastre que pesa aunque se retome la actividad: “2020 a duras penas llegará a las 200.000 unidades, mientras que nuestras estructuras están preparadas para vender 750.000”, pronosticó el organismo en un comunicado. En consecuencia, la caída del patentamiento de autos y de motos vino de la mano al registrar una merma del 88% y 86% respectivamente. Desde la entidad, solo patentaron 4.385 vehículos, pero fueron producto de ventas realizadas antes del comienzo del aislamiento. “El mes tuvo un movimiento comercial nulo”, anunció el organismo. En tanto, la Asociación de Fábricas de Automotores informó que las exportaciones cayeron un 88,4% entre abril y el mismo mes el año pasado.

El rubro que le sigue es la Construcción. Su registro interanual fue negativo: la actividad cayó un 46,8%, de acuerdo al Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC). Además, la semi parálisis en la obra pública y privada dio a conocer una merma en la producción de materiales. Primeramente en marzo se vio provocada en el asfalto (74,6%) y en el hormigón (68%). Luego en abril se sumó el cemento, en un 55%. Todas son cifras significativas si se considera que es el sector que emplea a la mayor cantidad de trabajadores en el país y que ya aparejaba un mal desempeño: en febrero, los puestos de trabajo se redujeron en un 20%. Los pronósticos del INDEC son poco alentadores, pues ya en el inicio de la pandemia, casi la totalidad del empresariado constructor consideraba que la actividad y el empleo disminuirán a causa de la caída de la actividad económica y el atraso en la cadena de pagos. El inoportuno parate en el sector se da en un momento donde obras esenciales, como infraestructura de gas y obras viales y de pavimentación, ocupaban la mayor parte de las construcciones. Un halo de esperanza para la reactivación aparece con el recientemente anunciado programa Argentina Construye, plan de inversión fiscal que prevé saldar la deuda del déficit habitacional en el país con la construcción de 5.500 viviendas y 42.900 refacciones, proyecto que emplearía a 750 mil trabajadores.

El documento del Ministerio liderado por Matías Kulfas continúa con la caída más palpable en la cotidianidad: el Comercio. Las ventas minoristas sufrieron un recorte del 58%, de acuerdo a los datos de la Cámara Argentina de la Mediana Empresa, citados por el gobierno. Aunque los locales se hayan visto parcialmente beneficiados por la paulatina reapertura progresiva, componente propio de la Fase 4 del ASPO, y la habilitación del “take away” y el comercio online, sus caídas interanuales fueron abruptas. Según CAME,  los rubros fuertemente afectados fueron joyerías, relojerías y boutiques, calzados, bazar y regalos, indumentaria, muebles y electrodomésticos, cuyas caídas oscilaron entre el 80 y el 70%. Los comercios vinculados a los alimentos, bebidas y farmacias, también sufrieron el impacto a pesar de integrarse a los servicios esenciales. Tanto es así, que las últimas modificaciones del programa ATP amplían su alcance a estos sectores, que continuaron facturando pero sustancialmente menos por la caída del consumo. Sin embargo, el último registro de inflación del INDEC indicó que el rubro “Alimentos y Bebidas no alcohólicas” tuvo una variación positiva del 7% en marzo. Las compras excesivas previo al decreto del ASPO explicaron este número.

Los efectos del aislamiento también se vieron en las calles. El documento recolectó los datos de la Secretaría de Energía e indicó que la refinación de nafta bajó un 14% y el de gasoil un 4%. Además, el mismo organismo publicó que la venta en los surtidores de nafta en YPF cayó un 77% y de gas un 41%. Por otro lado, la prohibición de circulación también afectó al desempeño en las compañìas de seguros, que ofrecieron individualmente descuentos entre un 20% y un 50%.

Por último, el consumo de la electricidad se vio fuertemente impactado. La menor utilización del servicio en todos los rubros hizo que el consumo eléctrico registre una merma de un 42%. Recientemente, el Ente Nacional Regulador de la Electricidad (ENRE) determinó que las PYMES que constaten un uso del 50% o menos de la electricidad, pueden suspender o renunciar al contrato de potencia durante la duración del aislamiento.

FUENTE: https://www.eldestapeweb.com/